El Pez que Buscaba el Mar

El Pez que Buscaba el Mar 🌊🐠

*Reading: 2 minutes

En un pequeño estanque rodeado de juncos y flores silvestres, vivía un pececito llamado Beto. Aunque era feliz nadando entre las hojas flotantes y jugando con los renacuajos, siempre soñaba con algo más grande: conocer el mar.

—El mar debe ser enorme y azul, lleno de peces de colores y corrientes mágicas —decía Beto mientras miraba hacia el arroyo que salía del estanque—. Algún día iré allá.

Un día soleado, después de mucho pensarlo, Beto decidió seguir el curso del arroyo. Con un chapoteo emocionado, comenzó su aventura.

No había nadado mucho cuando una rana llamada Lila lo vio pasar.
—¡Hola, pequeño pez! ¿A dónde vas tan rápido? —preguntó la rana desde una roca.
—Voy al mar —respondió Beto con orgullo—. ¿Sabes dónde está?
Lila se rio suavemente.
—Es un largo camino, pero puedo ayudarte a cruzar este tramo. Súbete a mi lomo.

Beto aceptó encantado. Lila lo llevó por un trecho lleno de piedras resbalosas hasta que llegaron a una zona más profunda. Allí, un grupo de patos nadaba tranquilamente.

—¿Qué hace un pececito tan lejos de su casa? —preguntó uno de los patos.
—Estoy buscando el mar —dijo Beto—. ¿Podrían ayudarme?
Los patos asintieron.
—Claro, nosotros conocemos bien el camino. Síguenos.

Los patos guiaron a Beto por un río más ancho donde las aguas corrían rápidas. Durante el trayecto, Beto conoció a una libélula brillante que revoloteaba sobre el agua.

—¡Eh, tú, el pez viajero! ¿Por qué tienes tanta prisa? —preguntó la libélula.
—Busco el mar —respondió Beto—. Quiero verlo antes de que se ponga el sol.
La libélula sonrió.
—Yo puedo mostrarte atajos. ¡Sígueme!

Con la ayuda de la libélula, Beto evitó corrientes peligrosas y encontró caminos tranquilos. En el camino, aprendió muchas cosas nuevas: cómo esquivar ramas caídas, reconocer las plantas acuáticas más bonitas y escuchar las historias que contaban los animales del río.

Finalmente, después de un largo día de aventuras, Beto llegó a un lugar donde el agua se extendía tanto que no podía ver el final. Era el mar. Sus olas brillaban bajo el sol, y peces de todos los colores nadaban en sus profundidades.

—¡Lo logré! —gritó Beto emocionado. Pero pronto se dio cuenta de algo importante. El mar era hermoso, pero lo que realmente lo hacía feliz eran las risas compartidas con Lila, los consejos de los patos y las vueltas juguetonas de la libélula.

Mientras miraba las olas, Beto pensó:
—Este viaje me enseñó que no importa tanto llegar, sino todo lo que aprendes y los amigos que haces en el camino.

Decidió quedarse un rato en el mar para explorarlo, pero sabía que algún día regresaría al estanque para contarle a todos sus amigos lo que había vivido. Por ahora, estaba listo para disfrutar de su sueño hecho realidad, acompañado por los recuerdos de su gran aventura.

Y así, Beto comprendió que el mundo está lleno de maravillas, pero que las mejores experiencias siempre están hechas de amistad y descubrimientos.

Fin. 🌊🐠

This work is licensed under