Había una vez una nube muy especial llamada Coti. No era como las demás nubes del cielo. Mientras otras se dedicaban a flotar tranquilamente o a regar agua cuando hacía falta, Coti tenía un hobby muy curioso: le encantaba buscar personas que no llevaran paraguas cuando empezaba a llover.
Coti era una nubecita blanca y esponjosa, con forma de algodón de azúcar, pero lo que más destacaba de ella era su risa. Siempre estaba riendo, moviendo sus pequeñas nubecitas como si fueran brazos y piernas. Cuando veía a alguien caminando sin paraguas bajo ella, se emocionaba tanto que empezaba a hacer «plic plic ploc» encima de esa persona. ¡Era su forma favorita de jugar!
Un día, Coti decidió explorar la ciudad para encontrar a alguien que no tuviera paraguas. Flotó por el cielo hasta llegar al parque. Ahí vio a un niño llamado Juan jugando con su pelota. Juan corría, reía y parecía muy feliz. Pero… ¡oh, sorpresa! No llevaba paraguas.
—¡Qué suerte! —dijo Coti, emocionada—. ¡Es mi oportunidad perfecta!
Y sin pensarlo dos veces, Coti hizo caer unas gotitas sobre la cabeza de Juan. El niño levantó la vista, sintió las gotas en su nariz y empezó a reír.
—¡Está lloviendo justo encima de mí! —dijo Juan, divertido—. ¡Qué gracioso!
Coti también se rio desde el cielo. Le gustaba mucho cuando las personas disfrutaban de su lluvia en lugar de molestarse.
Después de jugar con Juan, Coti siguió flotando por la ciudad. Pronto llegó a una calle llena de tiendas. Ahí vio a una señora mayor cargando bolsas de compras. La señora tampoco tenía paraguas.
—¡Otra persona perfecta para mi juego! —exclamó Coti.
De inmediato, dejó caer algunas gotas sobre la señora. Pero esta vez, algo inesperado pasó. En lugar de reír, la señora frunció el ceño y dijo:
—¡Oh, no! Mi cabello se va a mojar.
Coti se sintió un poco triste. No quería que nadie se pusiera de mal humor por su culpa. Así que, rápidamente, decidió hacer algo especial. Con un poquito de magia nubosa, hizo brillar un pequeño arcoíris encima de la señora. Al verlo, la mujer sonrió y dijo:
—¡Qué hermoso! Creo que me gusta la lluvia después de todo.
Coti saltó de alegría en el cielo. ¡Le encantaba hacer reír a la gente!
Siguió flotando y llegó a una plaza donde un grupo de niños estaba dibujando con tizas en el suelo. Ninguno de ellos tenía paraguas. Coti pensó: «¡Esta será la mejor diversión del día!»
Comenzó a llover suavemente sobre los niños. Pero en lugar de molestarse, ellos empezaron a bailar y a cantar bajo la lluvia. Uno de los niños gritó:
—¡Gracias, nube chistosa! ¡Esto es súper divertido!
Coti se sintió tan feliz que decidió darles una sorpresa extra. Dejó de llover y, en su lugar, hizo caer pequeños copos de algodón de azúcar del cielo. Los niños aplaudieron emocionados mientras comían los dulces.
Al final del día, Coti estaba cansada pero contenta. Había logrado hacer reír a muchas personas y había aprendido algo importante: no a todos les gustaba mojarse, pero siempre podía encontrar una manera de hacerlas sonreír.
Desde entonces, cada vez que Coti ve a alguien sin paraguas, decide si quiere jugar con gotitas de agua, crear un arcoíris o incluso dejar caer algo dulce del cielo. Y así, la nube chistosa sigue siendo la favorita de todos en la ciudad.
Y tú, ¿qué harías si te encontraras con Coti? ¿Te gustaría bailar bajo su lluvia o probar su algodón de azúcar mágico?
Fin. 🌧️