Anita la Golondrina

Anita la Golondrina 🐦

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En un pequeño pueblo rodeado de montañas verdes y flores silvestres, vivía una golondrina llamada Anita. Era pequeña pero muy valiente, y cada año, cuando llegaba el invierno, ella volaba con su familia hacia tierras cálidas para escapar del frío. Este año, sin embargo, algo inesperado ocurrió.

Una mañana soleada, mientras las golondrinas volaban juntas en formación sobre ríos y bosques, una ráfaga de viento muy fuerte separó a Anita del resto. Cuando quiso alcanzarlas, ya no pudo verlas. Estaba sola en el cielo azul, rodeada solo de nubes y un mar de colinas que no reconocía.

Al principio, Anita sintió miedo.
—¿Qué voy a hacer ahora? —se preguntó en voz baja. Pero luego recordó lo que su mamá siempre le decía: «Si te pierdes, sigue volando hacia el sol y confía en tu corazón». Así que respiró hondo y comenzó a buscar pistas que pudieran llevarla de vuelta con su familia.

Mientras volaba, Anita vio un lago brillante como un espejo. Decidió descansar un momento y beber agua. Ahí conoció a un pato llamado Paco, que nadaba feliz entre los nenúfares.
—Hola, pequeña golondrina —dijo Paco—. ¿Por qué estás tan lejos de casa?
Anita le explicó que se había perdido durante el vuelo con su familia. Paco sonrió y dijo:
—No te preocupes. Yo sé por dónde pasan las golondrinas todos los años. Si quieres, puedo ayudarte a encontrar el camino.

Paco le enseñó a seguir el río porque, según él, siempre llevaba al mismo lugar donde las golondrinas solían detenerse a descansar. Anita le dio las gracias y continuó su viaje, esta vez siguiendo el curso del agua.

Después de unas horas de vuelo, Anita llegó a un gran campo lleno de flores amarillas. Allí encontró a una abeja trabajadora llamada Belinda, que estaba ocupada recolectando polen.
—¡Hola! —saludó Anita—. ¿Sabes si has visto pasar a otras golondrinas por aquí?
Belinda dejó su trabajo un momento y respondió:
—Sí, vi a un grupo de golondrinas ayer. Iban hacia aquellos árboles altos cerca de la colina. Tal vez todavía estén ahí.

Animada por la noticia, Anita voló hacia los árboles que Belinda le había señalado. Al llegar, no encontró a nadie, pero sí vio a un búho sabio posado en una rama. El búho tenía grandes ojos redondos y parecía conocer todos los secretos del bosque.
—Buenas tardes, señor búho —dijo Anita tímidamente—. Me he perdido de mi familia. ¿Podría ayudarme a encontrarlos?
El búho asintió lentamente y respondió:
—Las golondrinas que buscas partieron temprano hoy hacia el Valle de las Flores. Es un lugar lleno de colores y aromas dulces. Si vuelas hacia el este, seguro las alcanzarás.

Agradecida, Anita siguió las indicaciones del búho. Voló sobre prados y colinas hasta que finalmente llegó al Valle de las Flores. Desde lejos, vio un grupo de golondrinas volando en círculos. ¡Eran ellos! Su corazón saltó de alegría. Bajó rápido y gritó:
—¡Aquí estoy! ¡He vuelto!

Sus amigos y familiares se acercaron emocionados. Todos aplaudieron cuando Anita les contó sus aventuras: cómo había conocido a Paco el pato, Belinda la abeja y el sabio búho.
—¡Fuiste muy valiente! —dijeron todos orgullosos.

Desde entonces, Anita aprendió que, aunque a veces nos perdemos, siempre podemos encontrar el camino si somos valientes y pedimos ayuda cuando la necesitamos. Y así, junto a su familia, continuó su viaje hacia la primavera, lista para disfrutar de nuevos días soleados.

Fin. 🐦

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