El Conejo que Quería Tocar la Luna

El Conejo que Quería Tocar la Luna 🐰🌕

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En un prado lleno de flores amarillas y hierbas frescas, vivía un conejo llamado Sam. Tenía el pelaje suave como algodón y ojos brillantes que miraban el cielo cada noche. Sam soñaba con tocar la luna, que parecía una bola de queso colgada sobre las montañas. Cada noche, daba saltos cada vez más altos, pero por más que intentaba, la luna seguía lejos.

—¿Por qué no puedo llegar? —se preguntaba Sam, jadeando después de un salto fallido.

Un día, mientras descansaba bajo un roble, su amigo el búho sabio le habló con voz calmada:

—Sam, la luna está muy alta. Pero si quieres, podemos ayudarte.

—¿Cómo? —preguntó el conejo, moviendo sus orejas de alegría.

El búho llamó a una cigüeña que volaba cerca.

—Ella conoce el secreto de las nubes —dijo el búho.

La cigüeña bajó y explicó:

—Las nubes son esponjosas y pueden apilarse como bloques. Si construimos una torre, tal vez te acerques.

Sam saltó emocionado:

—¡Vamos a intentarlo!

Juntos, comenzaron a trabajar. El búho usaba sus alas para juntar nubes pequeñas, la cigüeña las colocaba una sobre otra con su pico largo, y Sam las apretaba con sus patitas para que no se desarmaran. La torre crecía lenta, pero firme.

—¡Ya casi llegamos! —gritaba Sam, subiendo nube por nube.

Cuando la torre estuvo lista, era tan alta que tocaba las estrellas. Sam trepó hasta la cima, sintiendo el aire frío de la noche. Estiró sus patitas… pero la luna seguía lejos.

—¡No es suficiente! —dijo, triste.

Entonces, la luna, que había estado observando todo, le habló con una voz suave:

—Pequeño Sam, no necesitas tocarme para admirarme. Desde la tierra, tu mirada llena de sueños me hace brillar más.

Sam se quedó quieto, mirando la luna tan cerca como nunca antes. Las nubes de la torre comenzaron a brillar, reflejando su luz plateada. ¡Era hermoso!

—¡Mira! —dijo la cigüeña—. Ahora tienes tu propia luna en las nubes.

El conejo sonrió. Había descubierto algo importante: no era necesario tocar la luna para sentir su magia. Cada noche, desde su torre de nubes, podía verla brillar como si fuera parte de ella.

El búho le dio un consejo final:

—Los sueños a veces se cumplen de maneras que ni imaginamos. Lo importante es no dejar de intentarlo y disfrutar el camino.

Y así, Sam siguió saltando, no para tocar la luna, sino para crear nuevas torres de nubes con sus amigos. Aprendió que soñar era divertido, y que compartir aventuras era aún mejor.

Fin. 🐰🌕

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