El Cangrejo con Miedo al Agua

El Cangrejo con Miedo al Agua 🦀

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En una playa soleada, donde las olas cantaban al chocar contra la arena y las palmeras se mecían con el viento, vivía un cangrejo llamado Lolo. Lolo era como cualquier otro cangrejo: tenía una caparazón duro y fuerte, patas largas para caminar rápido y pinzas que usaba para recoger cosas interesantes. Pero había algo muy curioso en él: ¡le daba mucho miedo meterse al agua!

Todos los días, sus amigos del mar —un pez amarillo llamado Burbuja, una estrella de mar llamada Brisa y una tortuga marina llamada Lila— salían a jugar entre las olas. Se perseguían, nadaban y hacían carreras bajo el agua. Pero cuando lo invitaban, Lolo siempre decía:
—¡No, gracias! Prefiero quedarme aquí en la arena.

Un día, Burbuja le preguntó:
—Lolo, ¿por qué nunca vienes al agua con nosotros? Es muy divertido.
Lolo bajó la mirada y respondió:
—Es que… tengo miedo. No sé qué hay allá abajo. ¿Y si me pasa algo?

Brisa, que estaba cerca, dijo:
—Pero tú eres un cangrejo. El agua es parte de tu hogar. Naciste para estar ahí también.

Lolo sacudió su caparazón y contestó:
—Lo sé, pero no puedo evitarlo. Me da miedo lo que no veo. ¿Y si hay corrientes fuertes o criaturas grandes?

Lila, la tortuga marina, sonrió y dijo:
—Entonces, te enseñaremos poco a poco. Nadie nace sabiendo todo. Podemos ayudarte.

Lolo pensó un momento y aceptó. Después de todo, quería superar su miedo. Así que sus amigos hicieron un plan.

Primero, decidieron que Lolo solo mojara sus pinzas en la orilla, donde las olas apenas tocaban la arena. Al principio, Lolo temblaba un poquito, pero pronto se dio cuenta de que el agua era fresca y suave. Sus amigos aplaudieron desde el agua:
—¡Muy bien, Lolo! Ya diste el primer paso.

Al día siguiente, Burbuja lo animó a dar un paso más. Esta vez, Lolo metió hasta las rodillas. Las pequeñas olas lo acariciaban mientras sus amigos jugaban alrededor.
—¿Ves? No pasa nada —dijo Brisa.

Poco a poco, Lolo fue ganando confianza. Un día, Lila lo invitó a sumergirse un poquito más profundo.
—No tengas miedo. Yo estaré a tu lado todo el tiempo —prometió ella.

Lolo respiró hondo y dejó que el agua lo cubriera por completo. Abrió los ojos bajo el agua y vio un mundo increíble: peces de colores brillantes nadaban a su alrededor, algas verdes bailaban con la corriente y conchas relucientes descansaban en el fondo. Era hermoso.

—¡Guau! —exclamó Lolo cuando salió a la superficie—. ¡Nunca imaginé que fuera tan bonito aquí abajo!

Burbuja y Brisa aplaudieron emocionados.
—¡Sabíamos que te encantaría! —dijeron al mismo tiempo.

Desde ese día, Lolo ya no tuvo miedo. Aprendió a nadar con sus amigos y descubrió que el agua no solo era segura, sino también llena de aventuras. Juntos exploraron cuevas submarinas, encontraron tesoros escondidos y hasta organizaron carreras entre las rocas.

A veces, cuando otros cangrejos nuevos llegaban a la playa y tenían miedo de entrar al agua, Lolo les contaba su historia.
—Yo también tenía miedo, pero mis amigos me ayudaron a superarlo. Solo necesitas empezar con pequeños pasos —les decía.

Así, Lolo no solo se convirtió en un experto nadador, sino también en alguien que inspiraba a otros a enfrentar sus propios miedos. Y cada tarde, cuando el sol se ponía y pintaba el cielo de naranja y rosa, Lolo y sus amigos salían a jugar en el agua, felices de compartir su mundo juntos.

Fin. 🦀

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