El Gato que Salvaba Ratones

El Gato que Salvaba Ratones 🐱🐭

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En un pequeño pueblo lleno de casas coloridas y jardines florecidos, vivía un gato llamado Bonito. Bonito era diferente a los demás gatos. Tenía el pelaje blanco brillante, ojos verdes como esmeraldas y un corazón enorme. Aunque todos pensaban que su trabajo era cazar ratones, Bonito tenía un secreto: en lugar de perseguirlos para atraparlos, los buscaba para ponerlos a salvo de otros gatos más traviesos.

Todo comenzó una noche cuando Bonito escuchó un chillido agudo cerca del granero. Corrió hacia el sonido y encontró a un pequeño ratón temblando bajo una caja de madera. Dos gatos grandes y feroces lo rodeaban, listos para saltar. Sin pensarlo dos veces, Bonito se puso frente al ratoncito y gruñó tan fuerte que los otros gatos se asustaron y huyeron.

—¿Estás bien? —preguntó Bonito al ratoncito.
—S-sí… gracias —respondió el ratón, tembloroso pero agradecido—. Me llamo Lino. ¿Por qué me ayudaste? ¡Eres un gato!

Bonito sonrió.
—No me gustan las peleas ni el miedo. Prefiero ayudar. Ven, te llevaré a un lugar seguro.

Desde ese día, Bonito decidió que su misión sería proteger a los ratones del pueblo. Cada noche, caminaba por los tejados y callejones buscando ratones en problemas. Cuando encontraba alguno, lo guiaba hasta escondites secretos que solo él conocía: huecos en los árboles, cuevas debajo de las piedras y rincones oscuros del granero donde ningún otro gato se atrevía a entrar.

Los ratones pronto supieron de la bondad de Bonito. Al principio, algunos desconfiaban.
—¿Un gato ayudándonos? ¡Qué extraño! —decían.
Pero después de que Bonito salvó a varios de ellos, todos empezaron a confiar en él. Incluso le pusieron un apodo: «El Guardián Gris».

Una noche, mientras Bonito exploraba el pueblo, escuchó un ruido en el mercado. Era un grupo de ratones intentando robar queso de una tienda para alimentar a sus familias. Justo cuando estaban a punto de ser descubiertos por el dueño, Bonito apareció y maulló muy fuerte para distraerlo.

—¡Corran! —les dijo en voz baja mientras el hombre miraba hacia otro lado. Los ratones corrieron tan rápido como pudieron y se escondieron en uno de los refugios que Bonito había preparado.

—Gracias, Bonito —dijeron los ratones cuando estuvieron a salvo—. No sabemos qué haríamos sin ti.

Bonito sonrió.
—Solo hago lo que creo correcto. Todos merecen estar seguros, incluso ustedes.

Con el tiempo, los ratones decidieron hacer algo especial para agradecer a Bonito. Un día, mientras dormía bajo un árbol, los ratones tejieron un pequeño collar con hilos brillantes que encontraron en una costurera. En el collar colgaba una pequeña nota que decía: «Gracias, amigo».

Cuando Bonito despertó y vio el collar, sus ojos se llenaron de lágrimas (aunque nunca lo admitiría). Desde entonces, siempre llevó el collar con orgullo, recordando que incluso los más pequeños pueden tener grandes corazones.

Los habitantes del pueblo nunca entendieron por qué los ratones parecían tan felices ni por qué Bonito siempre estaba cerca de ellos. Pero para Bonito y los ratones, no importaba lo que los demás pensaran. Habían formado una amistad única, demostrando que, aunque seamos diferentes, podemos trabajar juntos y cuidarnos mutuamente.

Y así, cada noche, Bonito continuó siendo el héroe silencioso del pueblo, asegurándose de que ningún ratón tuviera miedo. Porque, para él, lo más importante no era ser un gato común, sino ser alguien en quien otros pudieran confiar.

Fin. 🐱🐭

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