Quica la Nadadora

Quica la Nadadora 🐕

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A orillas de una laguna de aguas brillantes, vivía una perrita llamada Quica. Era color marrón y una cola que nunca dejaba de moverse. A Quica le encantaba el agua. Le encantaba correr por el campo y jugar con su pelota, pero lo que más disfrutaba era lanzarse al agua fresca de la laguna.

Cada mañana, cuando el sol empezaba a calentar, Quica corría hacia la laguna. Saltaba desde la orilla con sus patitas fuertes, haciendo grandes chapoteos que salpicaban a todos. Los niños del pueblo la adoraban porque siempre quería jugar con ellos. Juntos hacían carreras nadando, se perseguían entre risas y se zambullían para ver quién salpicaba más alto.

Un día, mientras jugaban, uno de los niños dijo emocionado:
—¡Hagamos un concurso de saltos! ¡El mejor salto gana!

Quica, movió su cola entusiasmada. El juego consistía en saltar desde una roca plana que estaba justo encima de la laguna. Desde allí, podían lanzarse al agua y hacer piruetas antes de caer. Los niños decidieron que Quica también debía participar. Después de todo, ella era la mejor saltadora.

Cuando llegó su turno, Quica subió a la roca con cuidado. Miró hacia abajo, vio el agua brillante bajo el sol y dio dos pasitos atrás. Todos la animaron gritando:
—¡Vamos, Quica! ¡Tú puedes!

Con un ladrido corto y feliz, Quica tomó impulso y saltó más alto que nunca. Giró en el aire como si fuera una estrella y cayó al agua con un gran «¡splash!» que mojó a todos los que estaban cerca. Los niños aplaudieron y rieron tanto que algunos casi se cayeron al agua.

Después de varios turnos, cada niño y Quica habían hecho sus mejores saltos. Pero cuando llegó el momento de elegir al ganador, todos estuvieron de acuerdo:
—¡Quica es la campeona! —gritaron al mismo tiempo.

La perrita ladró contenta, sacudió su cuerpo mojado y corrió en círculos, emocionada. Para celebrar, todos se lanzaron al agua juntos, haciendo el último chapoteo del día.

Desde entonces, cada vez que alguien visitaba el pueblo, los niños contaban historias sobre Quica, la perrita que amaba el agua y era la mejor en los concursos de saltos. Y aunque no había medallas ni trofeos, Quica tenía algo mejor: la felicidad de compartir aventuras con sus amigos.

Así, Quica siguió siendo la reina de la lagunaa, enseñando a todos que lo más importante no es ganar, sino disfrutar cada salto, cada risa y cada chapoteo junto a quienes quieres.

Fin. 🐕

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